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lunes, 15 de abril de 2013

--- Pintia

La localización vaccea de Pintia está situada a cuatro kilómetros de Peñafiel y pertenece a una época comprendida entre los siglos IV a. C. y el VII d. C. Se trata de uno de los yacimientos arqueológicos más importante de Castilla y León.
Las excavaciones arqueológicas de Pintia, en Padilla de Duero, han permitido estudiar toda una cultura como la vaccea. El trabajo de los arqueólogos de la Universidad de Valladolid ha hecho posible, a través de la necrópolis descubierta, atesorar vestigios, huellas y costumbres de nuestros más directos antepasados y, por lo tanto, conocer los rasgos que nos caracterizan y la cultura de la que descendemos.

Todo ello, sin apenas apoyo oficial y, en no pocas ocasiones, con el esfuerzo económico personal de los propios investigadores.
Los vacceos que habitaron en las orillas del Duero crearon un sistema agropecuario, con una agricultura cerealista extensiva que aportó al paisaje de hace 2.000 años una imagen muy similar al que actualmente tiene. Los vacceos fueron hábiles artesanos, herreros, ceramistas, orfebres... y situaron sus productos entre los apreciados de aquella época.
Pintia fue una ciudad cuya andadura se prolongó durante la romanización de la Meseta, dilatando su existencia hasta el periodo hispano visigodo, para convertirse en testimonio milenario de nuestra historia.
La exposición se estructura en tres secciones: Pintia cotidiana, Pintia simbólica y el Centro de Estudios Vacceos Federico Wattemberg.
Herramientas
En la Pintia cotidiana se muestran los recursos subsistenciales, sobre todo herramientas empleadas en la agricultura, así como esqueletos silíceos de cereales encontrados en el interior de los adobes constructivos. Y, además, una interesante colección de vasijas y otros elementos empleados en el acontecer diario de la bimilenaria ciudad.
 

En la sección Pintia simbólica, se recogen las respuestas dadas por sus habitantes al universal hecho de la muerte, con la presencia de los objetos encontrados en sus tumbas, puñales, caetras, vasos funerarios, etc.
La última parte de la exposición ofrece la posibilidad de conocer en profundidad el proyecto arqueológico que se está llevando en el yacimiento arqueológico de Pintia.

Durante mucho tiempo se elucubró con que Pintia era Valladolid, de hecho una de las glorias renacentistas locales es el humanista Hernán Núñez Pinciano (+1553).. En Valladolid solamente existía un pequeño núcleo vacceo junto a San Pedro Regalado.
Corría el año 220 antes de Jesucristo cuando unos niños que cuidaban los bueyes, los caballos y las ovejas en los prados de hacia la puesta del Sol, entraron corriendo en el poblado, advirtiendo a sus padres de que venía una muchedumbre de gente extraña, armada, y con aspecto peligroso.
Lo eran de verdad. Eran las tropas de Aníbal, que había decidido darse una vuelta por las tierras de los vacci, a ver si era cierto que tenían tantas riquezas como se decía y para quitárselas, que la oportunidad de hacer botín era la que movía fundamentalmente a las naciones de la época.
Tras unas excavaciones se encontró un sistema defensivo  que se trata de la primera muralla descubierta en una ciudad vaccea. Este hallazgo ve multiplicada su relevancia al haberse conocido esta misma semana que al pie del muro hay un foso que incluye un complejo sistema de defensa a base de postes de empalizada y muretes de piedra, lo que acentúa la trascendencia del yacimiento y cambia por completo la perspectiva que se tenía de un poblado que, en su época de esplendor (siglos III al I antes de Cristo), pudo albergar hasta cinco mil habitantes.
La campaña de excavaciones arqueológicas desarrollada durante este verano por el Centro de Estudios Vacceos Federico-Wattenberg de la Universidad de Valladolid en la necrópolis vacceo-romana de Las Ruedas en Pintia (en el término de Padilla de Duero) ha sido «excepcional», con el hallazgo de 44 tumbas aisladas. Según informó ayer la Universidad, en ellas se han encontrado 545 objetos (como puñales, broches, puntas de lanza o escudos), y 134 grupos de restos óseos de fauna.
Otra serie de elementos cerámicos testimonian la variedad y pujanza de las producciones alfareras vacceas. Cerámicas elaboradas a mano, lisas o decoradas con peine, diversas variedades de cerámica torneada, ya sea la tosca o común o la fina pintada con motivos geométricos, tendrán un gran éxito y difusión. La excavación de barrios artesanales específicos como el de Carralaceña, vinculado al oppidum de Pintia, localizado en la orilla derecha del Duero, ha permitido documentar diversos hornos alfareros.
El yacimiento arqueológico comprende la Necrópolis de las Ruedas, donde en temporada de excavaciones se han desenterrado ajuares funerarios de gran valor histórico, y el Poblado de las Quintanas

LA NECROPOLIS

Es la parte más importante del yacimiento, contiene decenas de miles de enterramientos. Está formada por tres parcelas de las cuales una es de la Junta de Castilla y León, otra es privada pero no se labra porque está cedida a la investigación y por último la tercera, también de propiedad privada, estuvo ocho años sin labrase, pero en el 2008 se volvió a arar y plantar.
En aquellas épocas el cadáver era incinerado, con lo cual lo que se enterraban eran las cenizas, pero estas iban a su vez acompañadas de todo un ajuar de la persona, com  compuesto por vasijas, espadas y así hasta más de 100 objetos en muchos casos.
Martín Almagro Gorbea, catedrático en prehistoria e integrante de la Real Academia de la Historia, calificó este cementerio como el más importante de la segunda Edad del Hierro en toda la Península Ibérica, salvo alguna tumba regia tartésica.
La ciudad se extendía también a la orilla derecha del Duero, en el conocido actualmente como pago de Carralaceña, donde se ubicaría el barrio artesanal del mismo nombre, comunicado con Las Quintanas gracias a la existencia de un vado natural.
 El barrio debió nacer, probablemente, como una extensión del poblado en el momento en que éste precisó de un mayor abastecimiento de productos cerámicos; el peligro de incendio sería razón más que suficiente para alejar de las viviendas las actividades con fuego, si bien podrían añadirse otras necesidades como el abastecimiento directo de agua, etc.
Este sector de Carralaceña ocuparía unas nueve hectáreas, con áreas funcionales diversas: zona de hábitat y su correspondiente necrópolis en la plataforma superior de la terraza fluvial, y zona de producción en el espacio de la terraza inferior más cercano a la ribera del río
Las estructuras halladas en este sector corresponden a los restos de las instalaciones de un alfar en el que seguramente, a partir del siglo II a.C. y hasta el cambio de Era, se fabricaron los recipientes y demás objetos de cerámica que acompañaron a los vacceos de Pintia en la mayoría de sus actividades cotidianas.
 Las actuaciones arqueológicas efectuadas hasta el momento en este pago han proporcionado testimonios de diversa naturaleza, si bien todos ellos estrechamente vinculados con la actividad alfarera,