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martes, 16 de abril de 2013

Creencias y Ritos de los Olcades

Puesto que eran hermanos de raza de los carpetanos, en un principio tenían que tener sus mismas costumbres y tal como iban iberizándose, progresivamente tendrían que tener los dioses o creencias de los Iberos.
La Segunda Edad del Hierro en la submeseta Sur vendrá marcada por la progresiva implantación de la iberización. Este período desde un punto de vista cronológico abarcará en general la segunda mitad del primer milenio. El proceso de iberización de las tierras centrales de la Meseta Sur se da a partir del siglo IV a.C. apareciendo en esta zona cerámicas ibéricas con decoración pintada monócroma y bícroma de tonos rojos y castaños.
Si en un principio eran de raza celta o indoeuropea, luego sobre el siglo IV a.C. llegaron a iberizarse adquiriendo la cultura de los habitantes del este, ya que eran fronterizos con ellos limitando con los Edetanos o iberos de Edeta. Eran también vecinos de los vetones, es decir, de los habitantes de la cultura de los verracos, al norte de ellos se encontraban los vacceos, por eso  no es de extrañar que también tuviesen las mismas costumbres y rituales que tenían todos los pueblos circundantes.
Para saber sus creencias o rituales tendríamos que hacer un compendio entre carpetanos, vetones e íberos y de ahí quizá saquemos algo en conclusión. Conocemos muy poco de la religión de estos pueblos. Podemos dividir el panteón indígena en tres categorías de divinidades, las cuales no son excluyentes:
  • Divinidades de carácter astral. Forman el sustrato de las religiones indoeuropeas.
  • Grandes dioses celtas. Iguales que en otras zonas de la península y fuera de ella, como en la Galia y Britania. Su Dios más importante era Lug.
  • Divinidades menores. Con un culto probablemente local, cuyo carácter parece indicar un sustrato u origen de tipo animista o totémico y que aparecen vinculadas, bien a accidentes naturales (montes, bosques, etc.) o de tipo territorial (castros, aldeas, ciudades, etc.).
  • Divinidades zoomorfas. Daban culto a animales como esfinges y otros. El culto al Toro, al igual que todos sus vecinos, tanto del interior como los de la costa  era una de sus principales creencias
  • Divinidades importadas . De los pueblos colonizadores  como griegos, fenicios y cartagineses, y de sus vecinos los íberos pudieron importar toda una serie de divinidades de carácter oriental, que al ser adoradas por sus vecinos, ellos también las podrían adorar. .

De entre los cultos astrales, los del Sol y la Luna debieron ser los más importantes entre estos pueblos.
Entre los grandes dioses celtas, el más importante parece haber sido Lug, que con la romanización fue asimilado a Mercurio. Otras divinidades importantes eran las Matres, diosas de la fecundidad, la tierra nutricia y las aguas, cuyo culto estaba extendido entre los celtas y germanos.
Los dioses con culto exclusivamente local fueron muy abundantes. Todos estos cultos locales que pudieron estar vinculados a una determinada comunidad gentilicia o a una localidad, son los más abundantemente representados.
Se desconoce, actualmente, la existencia de templos dentro de las ciudades o poblados indígenas. La norma general parece que los santuarios estuviesen fuera de las poblaciones, como los recintos naturales con graderías excavadas en la roca, localizados bajo la acrópolis de Tiermes, con un conjunto de piedras de sacrificios con pocillos y canales.
Es posible que los caudillos militares realizaran ceremonias religiosas en presencia de su ejército y que los jefes o las cabezas de linaje realizaran, en el ámbito de la ciudad o la familia, determinados cultos.
El ritual documentado arqueológicamente en los cementerios celtíberos es el de la cremación, pero al conocer solo el resultado final de este proceso, toda evidencia queda reducida al ajuar y al tratamiento de que éste fue objeto o a las estructuras funerarias con él relacionadas. Aunque el rito de la incineración fue el más extendido entre los celtíberos, las fuentes literarias, las representaciones pintadas numantinas y la ausencia de evidencias funerarias en determinadas épocas y áreas de la Celtiberia sugieren que no fue el único utilizado.
El rito funerario generalizado es el de la incineración, aunque no faltan testimonios de inhumaciones. Junto con la urna se entierran los objetos de uso corriente del difunto, destacando las armas en el caso de las tumbas de los guerreros, las cuales aparecen en ocasiones dobladas, como si se hubiese querido hacerlas "morir" con el guerrero.
Se encuentran también en las tumbas ibéricas una serie de objetos rituales: pebeteros para quemar perfumes y braserillos y jarros de bronce, posiblemente relacionados con ceremonias de purificación.
Una vez enterrada la urna y el ajuar la tumba se cerraba de muy distintas maneras y se recubría a veces con un túmulo. En tumbas monumentales aparecen varias urnas, lo cual nos hace pensar en que tuvieran un carácter familiar.
Se puede asumir el empleo de rituales tales como la descarnación o la exposición de los cadáveres, cuya practica entre las tribus celtíberas es conocida gracias a las fuentes clásicas. Tal costumbre tiene su confirmación iconográfica en dos representaciones vasculares numantinas, en una de ellas un buitre se lanza sobre un guerrero yacente, mientras que, en la otra el buitre figura posado sobre el cadáver, esta iconografía aparece reproducida en una estela de Lara de los Infantes y en la estela gigante de Zurita. Finalmente cabe referirse a las inhumaciones infantiles documentadas en el interior de los poblados, ritual característico del ámbito ibérico, al que excede y del que se conocen algunos ejemplos en el mundo celtibérico y vacceo. En la ciudad de Numancia se han localizado algunos restos humanos, no necesariamente de época celtibérica, entre los que cabe destacar un grupo de cuatro cráneos hallados en el interior de una vivienda, que han sido relacionados con el rito céltico de las cabezas-trofeo. Además las inhumaciones documentadas en una de las torres de la muralla de Bilbilis Itálica, interpretadas como sacrificios fundacionales
En cuanto al mundo de las creencias parece que otorgaban existencia al “más allá”, a la inmortalidad del espíritu y que desarrollaron una religión organizada en torno a un panteón divino de carácter astral. Los ritos funerarios más frecuentes eran la exposición del cadáver a los buitres y la incineración simple (sin preparación posterior de los restos como el caso íbero). A éstos se asociaban las libaciones,  sacrificios de animales, ofrendas y la deposición de ajuar. Es bastante probable que se realizaran banquetes funerarios como el rito ibérico y juegos en honor del difunto, en el caso de pertenecer éste a la elite guerrera.